08 diciembre 2008

El Viejo y El Mar (Ernest Hemingway)

Santiago es un viejo pescador cubano. Le seguía un joven muchacho llamado Manolito, quien le tenía un aprecio muy grande. Un día Manolito tuvo que dejar a Santiago por órdenes de su familia, para ir con pescadores con mayor suerte que el viejo con respecto a sus pescas. Sin embargo, el joven muchacho le seguía ayudando y haciéndole compañía.

Un día el viejo salió a la mar con el objetivo de terminar con su mala racha en la pesca. El muchacho le había conseguido cebo. Al cabo de unas horas de navegar, tras haber perdido de vista la costa, un pez picó el anzuelo. Era un pez enorme, dispuesto a luchar hasta la muerte si era preciso. La barca navegó a capricho del pez mar adentro. Las fuerzas del viejo cada vez iban a menos y predecía que el pez le podía matar, pero tenía una fuerte determinación por conseguir sacarlo del agua, y no le importaba si tenía que dejar su vida en el intento. Tras una larga y dura batalla, el pez tuvo la peor suerte, y el viejo, rebosante de felicidad, ya que no creía que el pez fuese tan inmenso, lo amarró al costado de la barca para poner rumbo a la costa. "Era tan grande, que era como amarrar un bote mucho más grande al costado del suyo". Todo su empeño habría sido inútil si no consiguiese llevar el pez a tierra firme. Sin embargo, y para su desilusión, apareció un tiburón. Cuando el escualo se acercó a comer el pez el viejo le asestó un mortal golpe en la cabeza con su arpón. Se había librado del tiburón, pero no tardarían en acercarse otros más siguiendo el rastro de la sangre desparramada del pez herido. El viejo logró batirlos, pero se habían comido medio pez. Por la noche se le acercaron más, que acabaron con él, dejando solo la cabeza, la espina y la cola, suficientes para dar testimonio de la hazaña.

Así, llego por fin a puerto. Era de noche y no había nadie para ayudarle a recoger. Cuando terminó se fue a su casa a dormir. A la mañana siguiente el muchacho, muy preocupado, fue a su casa para ver cómo estaba y le prometió que saldría a pescar con él. Los demás pescadores reconocieron el mérito de Santiago, al ver los restos del pez, que era un Pez Espada. (Fuente: wikipedia)

Ensayo Sobre la Seguera (José Saramago)

La novela relata cómo una extraña epidemia de ceguera azota todo un país. Un pobre hombre que espera en su coche frente a un semáforo es el primero en padecerla y a partir de entonces se extiende cada vez más rápidamente entre la población. Los afectados son puestos en cuarentena, pero resulta imposible contener la enfermedad y las calles acaban llenándose de ciegos que son víctimas de este inexplicable mal consistente en una infinita ceguera blanca, como un mar de leche. A medida que aumenta el temor y la crisis en el país, gradualmente las personas se convierten en presa de los más bajos instintos del ser humano, llegando a los extremos más miserables.

El profundo egoísmo que marca a los distintos personajes en la lucha por la supervivencia, se convierte en una parábola de la sociedad actual, trascendiendo así el significado de ceguera más allá de la propia enfermedad física.

Algo hace que esta novela sea muy particular. El autor se da el lujo de obviar los nombres de los múltiples personajes. Solo la exhaustiva descripción que hace de cada uno de ellos permite que el lector los identifique claramente.

Uno de los numerosos protagonistas de la trama, por alguna circunstancia no descrita por el autor, no se contagia de la enfermedad y para acompañar a su cónyuge finge sufrirla. Este personaje se convertirá en el "guía" colocado en la obra no solamente para los enfermos de la narración, sino para que los lectores nos hagamos muchas preguntas. En especial: ¿cuál sería nuestro grado de responsabilidad como personas que "vemos la luz" en un mundo de ciegos?

Dulce Compañía (Laura Restrepo)

La reportera de una revista de frivolidades es enviada por su jefe a cubrir la aparición de un ángel en una de las barriadas más pobres de la ciudad. Emprende la tarea a regañadientes porque la tienen sin cuidado los asuntos religiosos y la aburre sobremanera un tema tan manido, y ni siquiera sospecha hasta qué punto se va a ver involucrada en una brutal cadena de acontecimientos que escaparán a su control y a su racionalidad.

¿Quién es y de dónde viene el supuesto ángel, ese muchacho perplejo y de asombrosa belleza a quien la fe de los habitantes del barrio mantiene encerrado entre una cueva? ¿Qué lo une a esa reportera que de él se enamora, a la madre que lo busca en agonía, al sacerdote que intenta destruirlo, a la médica que pretende hospitalizarlo, a las mujeres que lo bañan, lo alimentan y lo convierten en supremo objeto de veneración?

Sin caer en el socorrido realismo mágico, Restrepo explora los abismos de la religiosidad popular y acompaña los pasos de una mujer que se atreve a adentrarse en el luminoso y a la vez pavoroso territorio de lo sagrado.

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