01 mayo 2009

Mira si yo te querré (Luis Leante)

Catarsis crónica. Eso es lo que me ha provocado la post lectura de esta historia. Y digo “post” porque no así al final, durante toda la novela me la pasé muy entusiasmado y expectante con lo que sucedería al final. No que no me haya gustado su final, pero me dejó tan afectado de conmiseración que todavía me siento deambulando entre las dunas del Sáhara.

Por más que uno así lo crea nunca se está preparado para el final de un libro. Y no se trata de que suceda o no lo que esperamos sino más bien la sorpresa que nos tiene reservada el autor, esto quizás como una muestra de agradecimiento por haber leído —y en ocasiones comprado— su libro.

Esta novela, que se desliza por una espiral de acontecimientos casi alucinados, nos cuenta una de las historias de amor más tristes y menos románticas que yo haya vivido —leer un libro es vivir lo que se narra; si no se vive es porque el libro es un cadáver—. Aunque me duela reconocerlo ya me había dibujado si no completo por lo menos parte del final: pensaba que era una de esas historias en donde “al final todos fueron felices para siempre”.

“Mira si yo te querré”, del español Luis Leante, fue ganadora del Premio Alfaguara 2007. Esta obra —que toma su nombre de un verso de la canción “Las Corsarias”— nos cuenta la historia de Santiago San Román, un joven humilde, de sobrada picardía, que termina en el desierto del Sáhara como miembro del ejército; y de Montserrat Cambra, la hija de un médico y profesor, perteneciente a la alta burguesía barcelonesa de los años setenta.

El resultado del cruce entre las vidas de Santiago y Montserrat nos queda vedado hasta las últimas páginas del libro, adonde nos lleva el autor a través de las peripecias que vivió la también doctora Cambra en su viaje a la región del Sáhara en busca de su amor de juventud, el que ella consideraba muerto hacía más de veinticinco años; y lo que en realidad sucedió con San Román.

A medida que vamos avanzando en sus páginas, “Mira si yo te querré” nos muestra también el cruce de dos culturas, a las que unen asuntos políticos, y el proceso de cómo España perdió la última de sus colonias, dando inicio a una nueva era en la vida de este país.

Desde el principio, el autor nos mantiene en un suspenso emocionante, alternando diferentes historias con distintos usos, voces y estilos narrativos, y que al final se enlazan con una misma cuerda.

Cuando llegamos a los capítulos que cierran esta historia, nos encontramos con los estragos de la guerra, de la soledad. Montse encontra lo que buscaba en su viaje: Santiago San Román. Pero es el lector quien la lleva a descubrirlo. Más bien, es el lector quien lo descubre, ¿o es que Montserrat Cambra y el lector son el mismo?

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