(Fuente: Lecturalia.com).
¡Ay que larga es esta vida! / ¡qué duros estos destierros! / ¡esta cárcel, estos hierros / en que el alma está metida! / Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero, / que me muero porque no muero. —Santa Teresa de Jesús.
19 mayo 2009
El Buscador de Oro (Jean Marie Gustave Le Clézio)
Hace mucho tiempo que estoy en este valle. ¿Cuántos días, cuantas noches? Hubiera debido llevar calendario, como Robinson Crusoe, haciendo muescas en un pedazo de madera. En este valle solitario me siento tan perdido como en la inmensidad del mar.” Estas palabras definen perfectamente la aventura existencial del reciente Nobel de Literatura J. M. G. Le Clézio y enmarcan también la aventura vital de Alexis L’Étang, natural de Isla Mauricio, en cuyo diario, fechado de 1892 a 1922, aparece la intrépida búsqueda del tesoro de un corsario del siglo XVII, supuestamente enterrado en Rodrigues, una de las islas Mascareñas. Esta búsqueda acabará por convertirse en la empresa y la obsesión de su vida. El tesoro toma cada vez formas diferentes: el jardín del Edén que rodea la casa de su infancia, los sueños de aventuras, el paisaje mineral de la isla... Alexis L´Étang descubre poco a poco, admirado, la íntima relación entre todos los elementos que van apareciendo en el curso de su exploración y, gracias al enigmático corsario, conseguirá descifrar el universo mágico que le rodea. Estamos ante una obra maestra caracterizada primordialmente por una extraña y cautivadora belleza y la emocionada admiración hacia los grandes relatos de aventuras marítimas.
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