Los amores entre una adolescente francesa de 15 años y un rico comerciante chino de 27 son tratados en El amante (L’amant, 1984), novela de Marguerite Duras ganadora del prestigioso Premio Goncourt.
Ella tuvo una infancia difícil: perdió a su padre a los 4 años de edad y su madre, directora de una escuela femenina de Sadec, quedó en la ruina al comprar tierras anegadas frente a la montaña de Siam, en la península de Indochina.Rodeada de criados, su pequeña familia vive en la estrechez y pasa vergüenza vendiendo sus muebles para comer. Por razones culturales, la pobreza en los blancos es más llamativa, al menos en las colonias, pues no están acostumbrados a vivir en la indigencia.
Tal vez el sol intenso de Vietnam o la miseria ensimismó a la protagonista, que en la parte medular del relato tiene 15 años. Sus hermanos parecen resignados a la miseria. Uno de ellos, el mayor, sobreprotegido por la madre, se refugia en el opio, que consigue con la venta de objetos familiares. La narradora lo detesta por ser agresivo y despectivo con los débiles. Cierta vez, intentó violar a la criada Dô, quien acompañará a la madre hasta el fin de sus días.
En la comercial ciudad de Saigón (en la actualidad, Ciudad Ho Chi Minh) se desarrolla gran parte del libro. La protagonista come y duerme en un internado estatal habitado por muchas mestizas, y estudia en un instituto cercano para obtener el bachillerato superior. Su madre desea que siga luego cursos de Matemáticas, algo práctico, oponiéndose a su vocación literaria.Hasta que la adolescente conoce a un elegante comerciante chino. El relato hace mucho hincapié en las ropas que ella usaba por aquellos días: vestido de seda muy escotado, cinturón de cuero, par de zapatos dorados de tacones altos, sombrero de fieltro, de hombre, con cinta negra. Cosas de su madre o compradas en remates.
Mientras viajaba en un transbordador por el caudaloso río Mekong, el chino, hijo del dueño de la inmobiliaria popular de la colonia, se le acerca tímidamente a la muchacha. “Existe la diferencia racial, no es blanco, debe superarla, por eso tiembla”, dice quien narra. La joven se siente arrastrada por la fuerza del deseo. Anhela el placer sexual para escapar de la soledad, de la tristeza, de su pobre condición.
Una tarde, en Cholen, pueblo próximo a Saigón, concreta la idea con este sujeto de cuerpo débil y de trajes propios de los banqueros del lugar. Ella tiene el valor de ir al encuentro de lo prohibido por su madre, quien sería capaz de matarla si se entera de la verdad. Pero quizá el asunto que más preocupa a la protagonista es la diferencia de edades. “Soy tan joven, tan joven que si nuestra historia se descubriera él podría ir a la cárcel”, dice.
Por otro lado, la familia acepta el apoyo económico del chino de Cholen, aunque no se lo agradezca. Los meses transcurren sin que la muchacha deje de encontrarse cada tarde con el amante, hasta que la situación se vuelve insostenible. Pero la historia no tendrá los tintes trágicos de Crónica de una muerte anunciada (1981), novela del colombiano Gabriel García Márquez, en la que debido a una situación semejante dos gemelos acuchillan a un muchacho por la deshonra de la hermana.
Los obstáculos raciales, sociales y de edad afectan más al amante chino que a la joven francesa, pues él está obligado a borrar su amor por la linda chiquilla blanca. Incluso su padre preferiría verlo muerto que al lado de ella.
Por muchos aspectos, la novela es de corte experimental. Los diálogos no están entre comillas o antecedidos por un guion. Además, los casi cien textos no numerados ni titulados que presenta la obra parecen faltos de orden, pues en estos se alterna indistintamente la primera con la tercera persona.
La narradora se refiere a dos personajes importantes según la función que cumplen frente a la protagonista anónima, no con nombres propios. Así tenemos al “hermano mayor” y al “amante de Cholen”. Pese al uso de estas modestas piruetas técnicas no se descuida el contenido, lo que sí sucedió en varios miembros del nouveau roman, corriente conocida también como antinovela y la cual fue cultivada por escritores franceses como Alain Robbe-Grillet tras la Segunda Guerra Mundial.
La singular melancolía de la protagonista es uno de los puntos que más llama la atención. Tras una profunda crisis psíquica marcada por el alcoholismo, nos ofrece varios pasajes de su vida, especialmente lo ocurrido hace medio siglo. Su conciencia se desborda fluidamente mientras escribe, gobernando en sus páginas el presente de indicativo