
Durante las horas siguientes, Julia se verá envuelta en la búsqueda de dos antiguas piedras que son la clave para rescatar a su esposo. Son dos minerales únicos, descritos en detalle por primera vez en el siglo XVI, llamados adamantas, que pertenecieron a un matemático y astrólogo de la corte de Isabel I de Inglaterra que dedicó buena parte de su vida a investigar las posibilidades de comunicarse con los ángeles, y que Julia y Martin recibieron como regalo de boda cinco años atrás. Conocidas también como betilos, heliogábalos, chintamanis e incluso «piedras susurrantes», las piedras del matrimonio Faber son codiciadas desde hace siglos por personas de las altas esferas políticas de Estados Unidos, incluido el presidente, y por una secta milenaria del corazón de Armenia. En medio de esta lucha internacional por hacerse con su control, Julia Álvarez irá comprendiendo aspectos de la personalidad de su marido que hasta ahora desconocía y que podrían determinar el destino de la humanidad. Desde Santiago se iniciará un vertiginoso viaje que conducirá a Julia de una pista a otra, sorteando peligros y descifrando mensajes ocultos en marcas de cantería, lápidas legendarias y cábalas fonéticas, que se entremezclarán con mitos y creencias tan antiguas como el Diluvio Universal. Esta aventura culminará en tierras de Noé, en lo alto del monte Ararat, arrastrando a Julia a una trampa urdida por aquellos en quienes más confiaba y que la obligará a enfrentarse a aquello que más teme.
(Fuente: www.elangelperdido.com)