
Tras su publicación en 1948, Sábato logró el reconocimiento internacional al recibir elogios de personalidades del mundo como Thomas Mann y Albert Camus.
El túnel, una historia sobre la incomunicación y sobre la conversión del amor en odio, es una novela fácil de leer, que se puede considerar policíaca, aunque no de misterio; desde el principio sabemos quién es la víctima y quién el asesino. Pese a la amargura y el pesimismo que recorre toda la trágica historia, Sábato deja también espacio para la ironía.
La obsesión empieza el 21 de septiembre de 1946, cuando Castel ve a una mujer en una exhibición de su trabajo enfocándose en un pequeño detalle de una de sus pinturas llamada Maternidad, un detalle que él mismo considera el más importante de la pintura y que nadie más que él y la mujer presta atención.
Pasa los meses siguientes obsesionándose con ella, pensando en maneras de encontrarla en la inmensidad de Buenos Aires, y planeando qué decirle.
Finalmente, termina consiguiéndosela en un ascensor, y consigue hacer contacto. Su nombre es María Iribarne, está casada con un hombre ciego llamado Allende y vive en la calle Posadas en la parte norte de la ciudad. Castel continúa buscándola por meses, y se hace mucho ahínco en sus interrogaciones obsesivas a ella para satisfacer su mente desquiciada, mientras su lógica torcida lo guía a toda clase de extraños patrones de pensamiento y conclusiones, más su monólogo interior (de hecho, el estilo narrativo está en primera persona)
Allende tiene un primo llamado Hunter que vive en una estancia campestre cerca del Mar del Plata, y buena parte de la acción tiene lugar alrededor o en referencia a esta propiedad.
En último término, la paranoia y desconfianza de Castel lo llevan a la conclusión de que en realidad María es una prostituta a tiempo completo que engaña a su marido no sólo con él, sino también con Hunter y casi cualquier otro hombre. En un ataque de furia, conduce hasta la estancia y la apuñala a muerte.