Se ha dicho, tal
vez con razón, que el feminismo produjo la única revolución exitosa del siglo
xx, fecundo en revoluciones fallidas. Las mujeres salieron de sus casas, se
libraron del yugo masculino, con la píldora anticonceptiva su cuerpo no fue más
considerado solo como medio de reproducción, obtuvieron el voto, han alcanzado
cierta equidad en la academia (menos en posiciones de gobierno o legislativas),
y cada vez más su presencia se destaca en ámbitos científicos, culturales y
empresariales.
El feminismo duro, alcanzadas sus conquistas, se colapsó. La imagen de la mujer en el postfeminismo es compleja: trabajan, tienen hijos, muchas deciden tenerlos sin pareja o no tenerlos, y no pocas deciden vivir solteras. Pero esa liberación no las hecho más felices. Estudios realizados en Estados Unidos y en Europa muestran que las mujeres no son hoy más felices que antes de la revolución feminista.
El feminismo duro, alcanzadas sus conquistas, se colapsó. La imagen de la mujer en el postfeminismo es compleja: trabajan, tienen hijos, muchas deciden tenerlos sin pareja o no tenerlos, y no pocas deciden vivir solteras. Pero esa liberación no las hecho más felices. Estudios realizados en Estados Unidos y en Europa muestran que las mujeres no son hoy más felices que antes de la revolución feminista.